19.10.10
Bifurcación de ideas
Cada noche, especialmente aquellas donde reinan el frío, la escarcha y se avecina una tormenta, el primer pensamiento que cruza mi mente a la velocidad de la luz cuando me acuesto es el sentimiento de quienes no tienen un colchón ni una sábana para combatir la oscuridad de la ciudad. Pensar en la cantidad de niños, jóvenes, adultos y ancianos que padecen bajo estas circunstancias me genera un nudo en el pecho. Un escalofrío recorre mi cuerpo. Tirito a causa de la ola glacial y decido dirigir mis ideas en una dirección ambigua: sueños. Me sumerjo rápidamente dentro de una utopía sin fin, donde en una milésima de segundo miles de deseos e imágenes en una pantalla tecnicolor, aunque a veces se presenten en escalas de grises (por cierto, prefiero los tonos en blanco y negro) inundan mi mente en procedimiento. Desde el afán más inocente como acurrucarme junto a un minino abandonado en busca de cariño hasta a aquellos proyectos que deseo cumplir, por supuesto sin dejar de lado las fantasías carnales de una joven solitaria. Incontables ambiciones en tan sólo un sueño. Aunque no es un sueño concreto, puesto que sólo mis ojos están cerrados y mi mente sigue maquinando ideas. Es una eficaz productora me atrevo a decir. Simplemente es el estado de somnolencia que debo atravesar antes de caer en aquel profundo sueño que nunca logro recordar. Antes de llegar a esa etapa, entro en un trance profundo. El punto máximo de producción somnolienta: oraciones. Oraciones, ideas, frases, textos, párrafos, monólogos, todo tipo de escrito inclusive una simple palabra contiene miles de significados dentro. Mi mente comienza a registrar estas para plasmarlas en un papel a la mañana siguiente, pero mi memoria no es suficiente y esto jamás sucede. Nota mental: tener al lado de la almohada una lápiz y un anotador. Detesto que esto pase. Las ocurrencias más inocuas quedan en el olvido o en algún recóndito lugar de mi designio. Tanta evolución tecnológica... podrían haber diseñado algún sistema que guarde en un chip la creatividad que alcanzan algunos, ¿no? Podríamos apreciar maravillas en este momento, como alguna obra que Dalí olvidó pintar, una frase revolucionaria que Nietzsche no logró concretar o un futuro clásico del cine que jamás concluyó su rodaje. ¿Puedo enviar una carta a China proponiendo esto? Quiero conservar todos mis recuerdos, pensamientos, lo mínimo indispensable inclusive. Y como nadie tuvo el ingenio de crear eso aún, en este momento no recuerdo qué más pretendía decir y desde un principio tomé, como anteriormente dije y suelo hacer, una dirección ambigua.
Mejor lo dejo para otro momento...
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