25.6.11

Closer

¿Sientes la brisa de otoño? ¿Sientes cómo nos susurra suavemente al oído esa melodía que solíamos escuchar cuando niños? Mi, sol, re, do, mi, fa, la, fa, la, sol. Bueno, ya no me acuerdo el resto. Pero lo oyes, ¿verdad? Asientas y das media vuelta sin saber a dónde ir.
Las hojas que se apilan una sobre otra, amarillas y resecas, en la distancia forman un desierto. Y entre medio de ellas busco un rastro de nuestra infancia, pero no lo encuentro. Tan sólo tengo el silbido del viento, aquella vieja melodía y un cuento escondido en mis recuerdos.
La historia de mi vida. De mi corta vida perdida.
Creí ser autoinmune al pasado, pero la fortaleza nunca fue una cualidad que me caracterizara. Débil pero intrépida. Soñadora de fantasías con rastros de flores y calaveras. Pesadillas con sombras me persiguen cada noche. Quizás sea mi consciencia, tal vez los fantasmas del ayer. Probablemente sea él.
Busco en mi interior la respuesta, pero me niego a verla. No estoy segura de que exista realmente o no dicha cosa como lo es el destino.
Será que ya no hay esperanza, que todo está escrito y no quedan páginas por escribir. Que todo está inventado y el arte carece de importancia. Que el alma no es más que aquello que nos condiciona como humanos, una puerta al inframundo inexistente. Lo que une el cuerpo con la mente.
Mis deseos de tenerte una vez más crecen con la corriente. El saber que jamás sucederá. Que el tiempo es veloz pero suficiente. Que los granos de arena poco a poco se acaban...
Un alma compartida, dividida en dos cuerpos, clonada en un nuevo ser.
Separados al nacer.
Así es como debería ser. Sin vueltas ni acertijos. La vida es simple cuando ya todo está predicho. Sólo resta aceptarlo.
Y sí, me invade la angustia cuando la brisa me tararea esa vieja melodía. No digo tampoco que soy infeliz ni que me regocijo de alegría, cuando encuentro una carta entre los escombros y recupero las cenizas.
Tan sólo es, que tu sonrisa, me colma de melancolía.

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