25.9.11

Circos de ayer

Tengo tres potes sobre el escritorio: pintura blanca, negra y roja.
Un bonete bañado en gasolina adorna mi apariencia y disimula mi alopecia.
En mis manos piel de elefante, un viejo acordeón de libros y manuscritos corrosivos.
También una esfera de cristal que nunca supe como hacerla funcionar, con un hombre de nieve mutante viviendo en su interior. Creo que es él quien está haciéndola añicos o será que simplemente la tiro al piso en esas noches insaciables de ginebra.
Dulce cáncer gástrico.

Soy un payaso triste y me visto de penas. Llevo un sobretodo color melancolía y ahogo mi amargura tras una máscara que apenas asusta. Mi escuela fueron aquellos puñales que recibí por la espalda al menos día por medio. Mi escenario un vagón en llamas. Mi pasado mejor no recordarlo y mi futuro es predecible que no exista ni en películas.

Mi presente es esta función tecnicolor teñida de muerte, donde los niños más que gritar aúllan de dolor mientras los oficiales de caretas simpáticas tirotean el lugar. Ja ja ja. Damas y caballeros, comenzó el carnaval de almas. Sea el primero en sacrificar su asquerosa existencia...
Pasen y vean!
Ja, pequeños infantes de algodón de azúcar ahora con rostros fusilados, ¿quién lo pensaría?

Por qué no sencillamente utilizan bombas nucleares, un colisionador de protones y colorín coloreto, fin del cuento truculento.


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