Son las tres de la tarde y el gentío va por las vías del tren despilfarrando ósculos, y no, nadie se niega nadie se atreve a decir que no. "Total es gratis", diría el calvo sentado en el último asiento del bondi. "No es nada, es como un saludo en la mejilla" afirma una embarazada sentada en el banco más deteriorado del Parque Rivadavia.
Los bebés succionan. Succionan la cara de la madre, del padre, del abuelo, de la tía, del primo. No diferencian color, forma, tamaño. Simplemente es un ósculo, un poco de saliva espesa y abundante en el rostro de nuestro parentesco más próximo. Y bueno, así estamos, que la baba es una forma de afecto y motivo de celebración inminente.
Y yo estoy acá, luchando con mi estéreo para que no se corte cada dos minutos esa canción que desgarra el corazón. Que nos recuerda a quién ya no está, o podría estar pero es mejor tenerlo lejos que encima de mi frágil cuerpo. Aún así, ya es de saber, no importa que tan lejos esté, sigue cerca. Apareció para quedarse entre las sombras esperando alerta para acechar a la víctima. Y sí, yo soy la víctima. Hay que aprender a ser vivaracho y no dejarse comer por el lobo feroz, me dijo mi abuelo una vez mientras volvíamos juntos a casa después de comprar 300 gramos de queso. Somos adictos al queso y las metáforas engañosas. Filósofos aficionados de medio turno, sí señor.
Sigo viendo como el séquito de carne y órganos erógenos se regocijan en una orgía desenfrenada. "Dos cabezas piensan mejor que una, y varias cabezas mucho mejor". Pero tres cabezas piensan y sientan mejor que dos y que cuatro digo yo. El enfoque de éxtasis recae sobre un individuo, que más que una persona parece un animal: anda sobre cuatro patas, afila sus garras, destroza la carne con sus colmillos y para terminar se arregla los bigotes. Y este humanimal enfila su energía a las dos cabezas que tiene a ambos lados. Mientras, el tercer pilar de este crucigrama sexual, se deleita ante dicha situación, no contiene su excitación y paf. Acabó el anagrama de Roma. Digo de Roma y no de amor, porque es una guerra de coalición erótica (innecesaria la explicación)
Ya no sé si sentir orgullo o vergüenza de mí. En verdad no encuentro el sentimiento perfecto para describir lo que intento decir. Estoy acá, terminando esa canción que desgarra el corazón, lo cual es bueno, significa que obtuve victoria sobre la tecnología, al menos por un lapso de tiempo. Suenan las últimas notas, y una masa viscosa se forma dentro mío. Sí, una pelota de goma rebota en mi estómago, golpeando las paredes, chocando contra mis pulmones y oh, cae y se inserta en mi corazón. Provoca una grieta y de a poquito comienza el sangrado interno.
Nunca más vuelvo a comer tantas gomitas.
Aprendí que los jugos gástricos no disuelven chicles (que por suerte no consumo) ni yummys. Se quedan adentro, se divierten rebotando un rato y destruyen los únicos órganos que sirven. Aprendí que un beso ya no vale nada ni se le niega a nadie, según la masa claro.
Sin embargo, sigo esperando al indicado. Continúo guardando el último granito de amor que me queda en mi útero, antes de que también sea inservible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario