Ese que tanto me gustaba ver desde lo lejano.
Calculó la hora exacta y el lugar perfecto. Esperó tras las dunas impacientemente.
El calor era asfixiante, pero ni que su cantimplora escaseara de whisky lo detuvo.
Sigilosamente y por detrás... Adentro, afuera y zas.
Hundió en mi costado izquierdo su daga mortal. Bien hasta el fondo, sin culpa ni remordimientos.
Sacó mis vísceras lentamente, como si no sintiera nada.
¡Estúpido ojos de perro! Todavía no estaba en mi último suspiro.
Tenía aliento para seguir un minuto más..
Escupió al suelo, miró al cielo y saludó al dios Febo.
Sus ojos radiaban sangre y satisfacción.
Cómo no regocijarse al cazar lo indomable.
Al capturar la fiera más temible.
Los machos más fornidos incluso decían que eran imposibles de atrapar.
Y así es, como en sus manos tenía mi corazón.
Lo tomó entre sus manos como si fuera un tesoro.
Instantes después, lo dejó caer y lo aplastó como a una mugrosa cucaracha.
Me dejó varada en el horizonte, y mi alma desconsolada sólo derramó una mísera lágrima de dolor.
Oficial, tenemos una escena de crimen en el kilómetro 69,
patente NEM-1509.
Se busca por asesino hijo de puta.
Nunca más descansaron en paz.
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