Ojo por ojo,
diente por diente.
Gota por gota,
el vaso se llena hasta la mitad.
Por ende está medio vacío,
pero al menos huele a vino.
Las agujas del reloj
se ralentizan
o dan marcha atrás.
Me pesan los párpados,
se borran los párrafos.
Así.
Así me siento cuando te vas,
los viernes por la noche.
.
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