Sos como el helado de dulce de leche.
Le gustás a todo el mundo menos a mí.
¿Qué cómo sos un helado?
Simple.
Sos dulce como la venganza por la mañana,
más frío que Mr.Freeze aplicando la ley del hielo
y blandito blandito como una aguaviva
que pica pica pica, como tus engaños y mentiras.
Ves, sos un helado. Encima, sos lo más rico y engordás.
Menos mal que no necesito las dietas, sino serías mi peor pecado.
Y qué pecado...
¿Qué qué vamos a hacer con eso?
Que VOY a hacer.
Por el momento pensé comprarte en forma de palito y dejarte a la intemperie,
así te inmolás en el sol.
Sino, poco a poco, te muerdo y me quedo los pedazos que quiero,
así te duele y sufrís despacito.
¡Qué rico estaba mi heladito!
¿Qué qué soy entonces?
Yo soy menta granizada o kinotos al whiskey.
Soy para unos pocos bienaventurados que saben disfrutar de las rarezas de la vida
y no van por lo común y corriente.
Para aquellos que no soportan la monotonía y deciden romper con los prejuicios de la gente
y tienen cojones para probar lo diferente.
Para mí, soy repugnante.
Me gusta el de Banana Split.
Es fundamental la palabra Split, sino no sería lo mismo.
Por ejemplo, si a Napoleón le borráramos el Bonaparte y le arrancáramos la mano que acariciaba
su úlcera no hubiera sido el líder que fue. Para muchos, la historia tendría un giro vertiginoso.
Entonces la palabra split tiene que existir, sino perdería el sentido mi indecisión
a la hora de elegir.
Split split split, partir partir partir.
Por eso me fui.
¿Y ahora qué?
Y ahora nada, me voy a la plaza a tomar mi helado y te la dejo picando acá.
Agarrala, eh.
¿De qué gusto sos y por qué?
(El heladero tuvo un colapso mental y cayó al suelo)
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