Galaxia de Andrómeda.
Hasta ahí sabemos que nos espera afuera de esta Tierra.
Una vía láctea que no da leche materna, pero sin embargo resguarda la vida humana.
Y la cuida, la protege, nos alberga.
Pero es destruida por vástagos de seres espaciales, que no supieron aprender de sus "dioses" ancestrales a amar a la Madre Naturaleza.
Errar es humano, destruir también. Arrepentirse y pedir perdón es ser extraterrestre en los tiempos que corren.
En las horas últimas de existencia humanoide, el juicio final entre el bien y el mal será llevado a cabo.
Aquellos que no supieron actuar, suplicarán misericordia en un vago intento de alcanzar el máximo grado de espiritualidad espacial.
Les será concedida a unos pocos, quienes volverán a su forma natural, en el más allá.
Y deambularán por el infinito buscando una ruta que los lleve a su hogar, pero al menos, estarán en paz.
Al fin y al cabo,
sólo somos polvo de estrellas.
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